¿Cómo ayunas? ¿Y cuál es el objetivo del ayuno en primer lugar?
¿Por qué—a la luz de todas las cosas buenas para nosotros (y nuestra relativa facilidad en obtener muchas de ellas)—elegiría cualquier mujer u hombre moderno negarse a sí mismos y ayunar?
¿Por qué tratar de ignorar un estómago que gruñe cuando existen mercados, tiendas de comestibles y restaurantes llenos de comida? ¿Por qué apagar el televisor para disfrutar de una hora de reflexión tranquila cuando podrías estar viendo reality shows? ¿Por qué retirarse de las tareas domésticas durante treinta minutos para orar, meditar, o estudiar la Biblia? ¿Por qué molestarse? ¿Cuál es el objetivo del ayuno?
¿Es el ayuno una práctica arcaica? ¿Acaso es una negación sólo por negarse—o podría el ayuno ser algo más?
Anhelos más Profundos
La gente ayuna por una variedad de razones diferentes. El autor Richard Foster sugiere que, para los cristianos, el ayuno es una práctica reveladora: “Más que cualquier otra disciplina, el ayuno revela las cosas que nos controlan. . . . Cubrimos lo que está dentro de nosotros con alimentos u otras cosas.”1
En otras palabras, podemos usar cosas como la comida, las compras, la TV, los video-juegos—o incluso hábitos aparentemente positivos como la lectura o el ejercicio—para ocultar nuestro dolor u opacar nuestros anhelos más profundos. Cuando ayunamos, podemos descubrir esos anhelos y traemos a la superficie los deseos más profundos de nuestros corazones.
“Anhelamos una comunidad donde sepamos que pertenecemos,” escribe el autor y pastor Jonathan Wilson-Hartgrove. “Ansiamos un hogar. Al mismo tiempo, nuestros corazones también claman justicia. Pero. . . a menudo hemos sido consumidos por la ansiedad sobre nuestra imagen, el temor por el futuro y deseos de confort barato y gratificación instantánea. Mil fuerzas conspiran para distraernos de nuestro más sincero deseo cada día.”2
Contrario a la creencia común, el ayuno no es simplemente una negación del deseo—sino una exploración de él. En pocas palabras, el ayuno consiste en renunciar voluntariamente a algo bueno con la esperanza de descubrir algo mejor.
Lo bueno del Intercambio del Ayuno
Mientras que el ayuno nos niega una cosa para así poder centrarnos en algo más grande, esa cosa no tiene que ser alimento. El “ayuno cristiano,” dice el pastor John Piper, “es el hambre de una nostalgia de Dios. El tema no es el alimento en sí. El tema es algo que es o puede ser, un sustituto de Dios.”3
Cada regalo de Dios tiene también el potencial para convertirse en un ídolo para el hombre. El corazón humano, como dijo el famoso John Calvin, es una fábrica de ídolos. La comida es un buen regalo. Gratitud por el “pan de cada día” puede—y debe—señalarnos hacia Dios.4 Pero el anhelo por el Pan de Vida—lo que significa Jesucristo—es mejor. El matrimonio es un buen regalo. Todos los que estamos casados podemos—y debemos—dar gracias a Dios por el regalo de matrimonio, pero no debemos poner el amor por el matrimonio por encima del amor de Dios en Cristo.
Cuando nos negamos a algo por el ayuno, hacemos espacio para que nuestros corazones busquen algo más satisfactorio que los bienes temporales de Dios.
¿Cuándo debemos Ayunar?
El ayuno puede ser útil cuando sentimos que estamos siendo controlados por algo más que Dios, cuando necesitamos la sabiduría de Dios para tener poder por encima del pecado, cuando hemos perdido el enfoque en Dios, o cuando nos estamos preparando para un tiempo de servicio o celebración especial. No hay “reglas bíblicas” para el ayuno, excepto que lo hacemos en privado, sin jactarnos de ello o tratando de llamar la atención.5
Algunos cristianos ayunan en determinadas temporadas del año—durante la Cuaresma—por ejemplo, centrarse en el sacrificio de Cristo antes de la celebración del Domingo de Resurrección. Pero no hay un “mal” tiempo para ayunar.
¿Cómo debo Ayunar?
Idealmente, si estás planeando hacer ayuno, identifica el propósito de tu ayuno antes de empezar. Pregúntate: “¿Qué bondad de Dios o entendimiento de sus caminos estoy buscando?” Tu ayuno debe atraer tu enfoque a Dios, no a lo que te estás rindiendo.
Establece la duración del ayuno: “No ver televisión durante una semana,” por ejemplo. O, “no almorzar los viernes durante un mes.”
Deja que tu hambre o carencia apunten tus pensamientos y tu corazón hacia Dios. Cuando experimentes el deseo de lo que has abandonado temporalmente, deja que sea ese anhelo una señal para reenfocarte en Dios y la gracia que deseas.
Comprométete a orar regularmente mientras estás en temporada de ayuno. La oración y el ayuno van de la mano. Dale tu atención a Dios e invítalo a revelarse para ti. Considera llevar un diario mientras ayunas para que así puedas procesar lo que Dios está haciendo a medida que le presentas tus deseos.
Por último, ¡debes estar preparado para resistir! Porque el ayuno es un ejercicio espiritual, no debe hacerse ligeramente.6 Después de que Jesús fue bautizado, se fue al desierto para ayunar y orar en preparación para la tarea que Dios tenía para él. No lo tuvo que llegar muy lejos antes de que Satanás comenzara a tentarlo—y el primer intento de Satanás para tentar a Jesús fue incitarlo a romper su ayuno comiendo pan.7
El Verdadero Objeto del Ayuno
Jesús esperaba que sus seguidores ayunaran. Jesús dijo, “cuando ayunen,” no dijo, “si ayunan.”8 Pero ayunar sólo por ayunar es un ejercicio vacío. Cualquier ayuno—desde un comportamiento, objeto o hábito—debe finalmente apuntar hacia un profundo anhelo por Dios y su reino.
Llevado a cabo correctamente, “el ayuno nos enseña y nos permite vivir de las verdades más recónditas y de acuerdo con la realidad más profunda que la ansiedad básica de nuestros cuerpos.”9