Me preguntaba... ¿Dios está ahí? ¿Acaso tengo una relación con él? Yo creía que sí. Pensaba que sí. Pero pasaba por una temporada de lucha preguntándome si Dios realmente estaba allí. Era como, cuando era niño, mi padre me decía, —puedo recordar una instancia específica cuando teníamos este garaje, se le llamaba "el gran garaje" que era más como un cobertizo— decía, "Oye, ve a buscar un rastrillo." Y recuerdo específicamente haber ido a buscar ese rastrillo y regresar diciendo, "no está ahí". o "no lo encuentro," y él respondió, Bueno, búscalo hasta que lo encuentres. Entonces, regresé y busqué este rastrillo y volví con mi papá y le dije: "Papá, el rastrillo no está allí. No lo encuentro. No sé dónde está." Y él dijo, "Regresa y búscalo hasta que lo encuentres." Y fui y busqué de nuevo y ahora frustrado, con lágrimas en los ojos: "Papá, no está allí. El rastrillo no está allí. Estoy cansado de buscar." Y entonces vino conmigo y por supuesto caminó directo hacia él y tomó el rastrillo y dijo, "Creo que dijiste que esto no estaba allí." Pensé que mi verdad era que no había rastrillo, pero la realidad es que estaba allí. Entonces, puedes vivir bajo cualquier cosa y llamarla verdad, pero sigue habiendo una realidad. Sigue habiendo una verdad. Y si esa verdad está allí, entonces sólo tenemos que encontrarla. Y decir que no está allí es simplemente no conocerla. Creo que ese despertar y esa conciencia de que Dios está conmigo y que Dios quiere darme vida —Él no me quiere estafar, él quiere dame vida. Quiere hacerme libre— eso me ha enseñado que realmente hay un Dios, un creador de todas las cosas. Y darte cuenta de que Dios está ahí, lo cambia todo.