¿Qué es el Fruto del Espíritu?

¿Qué es el Fruto del Espíritu?

Los cristianos tienen la responsabilidad de reflejar los "frutos del espiritu," pero, ¿lo hacen?

El cristianismo tiene un problema de imagen.David Kinnaman y Gabe Lyons, unChristian1

Con esa breve declaración comienza el libro de David Kinnaman y Gabe Lyons publicado en el 2007, Anticristiano: Lo que realmente piensa la nueva generación sobre el cristianismo… y por qué es importante (unChristian: What a New Generation Really Thinks About Christianity—and Why It Matters). Trabajando con información de encuestas hechas con jóvenes de 16 a 19 años de edad, los autores descubrieron que se usaban constantemente palabras como “hipócrita,” “insensible” y “crítico” para describir a los cristianos—la comunidad de personas que se supone que representen a Jesucristo frente al mundo. 

A la iglesia y los cristianos en general se les percibe como muy estrechos de mente, anti-gay y aislados. Para ser breve, a muchos que están alejados de la iglesia les parece que los seguidores de Jesús aparentan ser “anticristianos”. Ya sea que sepan mucho o nada acerca de Jesús y sus enseñanzas, los que están alejados de la iglesia perciben que los seguidores de Jesús a menudo no siguen la vida de Jesús ni su ejemplo. 

¿Es esto lo mejor que se puede esperar? ¿Les ofreció Jesús un ejemplo imposible de seguir? ¿Realmente los cristianos no son capaces de hacer un esfuerzo máximo de imitar la forma de vivir de Jesús?

Qué Se Puede Esperar

De hecho, los que juzgan la iglesia de esta manera tienen todo el derecho de hacerlo. El mismo Jesús nos enseñó que puedes distinguir un verdadero seguidor de uno falso de la misma manera en que puedes reconocer un árbol saludable de uno enfermo—examinando los frutos que produce:

Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los cardos? Del mismo modo, todo árbol bueno da fruto bueno, pero el árbol malo da fruto malo. Un árbol bueno no puede dar fruto malo, y un árbol malo no puede dar fruto bueno. Todo árbol que no da buen fruto se corta y se arroja al fuego.2

En esencia, Jesús nos otorgó el derecho de ser “inspectores de frutos”. En otra ocasión, dijo: “Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros.”3

Jesús nos dice claramente que los cristianos deberían conocerse por el amor que se tienen entre ellos. Sin embargo, esto no parece ser el caso, ¿verdad? El amor no siempre es el resultado de pertenecer a la fe cristiana.

Un Nuevo Estilo de Vida

Entonces, ¿cuál es el “fruto” que deberían producir los seguidores de Jesús? Pablo, uno de los primeros discípulos de Jesús, describió un seguidor de Jesús—aquél a quien lo guía el Espíritu—como alguien que produce “el fruto del Espíritu”. Escribió: “En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas.”4 Es bastante claro, ¿no crees?

Pablo creía que el mismo Dios (el Espíritu) debería adentrarse en las vidas de los seguidores de Jesús de manera que estas cualidades se hicieran más y más evidentes según se comportaban en su vida diaria. El concepto del “fruto del Espíritu” enfatiza una verdad acerca de la fe cristiana que a menudo pasa desapercibida en la iglesia contemporánea: Jesús no vino a persuadirnos a que aceptáramos una serie de creencias nuevas. Vino a ofrecernos un nuevo estilo de vida.

Los cristianos creen que Jesús vino al mundo a hacerles posible a los seres humanos que vivieran en relación con Dios ahora, en nuestra existencia diaria. Viviendo en esa relación, empezamos a transformarnos para ser más como Él en carácter y en la manera en que vivimos. 

En realidad, debería ser fácil sustituir a “Jesús” por “el fruto del Espíritu” en la declaración de Pablo mencionada anteriormente. Jesús es amor, alegría, paz y todo lo demás. El fruto del Espíritu es la vida de Jesús manifestándose cada vez más en las vidas de sus seguidores.

El Fruto de una Nueva Vida

La analogía de estas cualidades como “frutos” es útil. Los frutos son productos creados por la vida de un árbol; un árbol frutal está adornado con frutas bellas producidas por la vida dentro del mismo árbol. De manera muy similar, los frutos del Espíritu son los productos de una vida nueva dentro del seguidor de Jesús—una nueva vida que Dios regala.

Sin embargo, el fruto no aparece de la noche a la mañana. Toma un tiempo dado. La vid o el árbol debe ser cuidado o podado; debe dársele tiempo para crecer y desarrollarse. De la misma manera, el carácter de un cristiano se desarrolla poco a poco hasta tener el carácter de Cristo—quien, de hecho, a veces se refería a sí mismo como la vid.5

El carácter se moldea buscando y encontrando a Dios en los momentos difíciles de la vida.6 La vida se transforma y se enriquece practicando actividades espirituales, como la oración, la adoración, el servicio y el estudio.7 Podando por medio de los retos que nos da la vida y alimentando la práctica espiritual, el fruto del Espíritu aparecerá cada vez más en la vida de los seguidores de Jesús.

Una vida como esta no es algo que producimos de manera natural, pero una que depende del trabajo que Dios haga en nosotros—esa es la parte “del Espíritu”. Si se nos deja a nosotros, a menudo producimos algo mucho menos atractivo. Pablo contrastó el fruto del Espíritu con los comportamientos normales que frecuentemente desplegamos cuando no vivimos nuestra vida diaria en relación con Dios—comportamientos que él llamó “las obras de la naturaleza pecaminosa”. Escribió: “Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje;  idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas parecidas.”8

Cuando los seguidores de Jesús no viven en una relación con Él en su vida diaria, pueden encontrarse produciendo frutos no deseados—contribuyendo al problema de la imagen del cristiano.

Cómo Superar el Problema de la Imagen

Es posible vivir una vida en la que todo lo que hacemos en relación con los demás esté marcado por un interés genuino en lo que es mejor para los demás. Una vida en la que nos encontremos muy satisfechos, no importa nuestras circunstancias. Una vida en la que vivamos con un profundo sentido de seguridad de que somos amados, aceptados y protegidos por Dios.

Podemos imaginar una vida llena de una paciencia constante cuando las cosas se ponen difíciles, en la que tratemos a los que nos rodean con amabilidad y en la que escojamos lo que es bueno y correcto. Podemos imaginar una vida caracterizada por fidelidad a Dios y a nuestras promesas a los demás, una gentileza de palabra y obra y un autodominio que prevalece en cada circunstancia.

Pablo nos anima de una manera sencilla: “Si el Espíritu nos da vida, andemos guiados por el Espíritu.”9 Sería una vida cuyo fruto es testigo de la realidad de Jesús. Sería una vida sin problemas de imagen. Trabajemos todos para mantenernos a tono con el Espíritu.

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  1. David Kinnaman y Gabe Lyons, Unchristian: What a New Generation Really Thinks About Christianity—and Why It Matters (Grand Rapids, MI: Baker Books, 2012), 11.
  2. La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional © 1999, Mateo 7:16–20.
  3. Ibid., Juan 13:34–35.
  4. La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional © 1984, Gálatas 5:22–23.
  5. La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional © 1999, Juan 15:1–8.
  6. Ver: La Santa Biblia, Romanos 5:3–5; Santiago 1:2–4.
  7. Ibid., 1 Timoteo 4:8.
  8. La Santa Biblia, Gálatas 5:19-21.
  9. Ibid., Gálatas 5:25.
  10. Photo Credit: Sergio Foto / Shutterstock.com.