¿Cómo responden los ateos y el teístas a la pregunta del propósito?
Cada vez más personas hoy en día tienen más medios para vivir, pero no un significado por el cuál vivir.Viktor Frankl1
Alguna vez te has preguntado: "¿Por qué estoy aquí?" Parece que todo el mundo lo hace en algún momento. Inclusive la persona menos filosófica o religiosa en algún momento se pregunta de qué se trata todo esto.
¿Cuál es mi propósito? ¿Qué significa todo esto? ¿Por qué estoy aquí? ¿A dónde voy?2
Varias Perspectivas
Nuestras respuestas a estas preguntas dependen mucho de nuestra visión del mundo.
La explicación atea o naturalista del mundo es que no hay mayor razón por la cual estamos aquí. El universo y todo lo que se encuentra en él—incluídos nosotros—ocurrió por puro accidente.
Por consiguiente, deberíamos "comer, beber y ser felices, porque moriremos mañana."3
Hay una minoría pequeña pero muy franca de la población que encarna esta perspectiva.4 Algunos de los defensores más evangélicos de esta visión se hacen llamar "Los Nuevos Ateos." Diferencióndose de otros escépticos, ellos argumentan que "no se debería tolerar simplemente la religión, sino que debería ser contrarrestada, criticada y expuesta por argumentos racionales dondequiera que surja su influencia."5
Es decir, ellos se han convertido en misioneros del punto de vista de que estamos aquí por coincidencia—la combinación por casualidad de gases, mutación aleatoria y la selección natural.6
En el otro lado del espectro, la visión del mundo teísta propone que algún Dios, dioses o un ser supremo es responsable por el mundo y nuestras vidas. En esta visión, la mayoría de los defensores dirían que nuestro propósito es agradar a nuestro creador o de alguna forma responder sus normas.
Y, por supuesto, hay muchas ideas entre la del ateo y la del teísta.
Por ejemplo, Aristóteles, en la primera línea de su tratado Ética Nicomáquea (Nicomachean Ethics, en inglés) alega que todo debe hacerse con un fin, y ese fin es el de hacer el bien.7 Es decir, servimos más y mejor si somos agentes de buenas obras en todo lo que hagamos.
Los cínicos, que representan otra escuela del pensamiento filosófico, propusieron que la razón por la cual estamos aquí es para llevar una vida de virtud. Normalmente, esto implica la superación de las tentaciones omnipresentes de poder, riqueza, fama y posesiones materiales.
Tentando a las personas hacia otra dirección, los epicúreos alegan que el propósito de la vida es buscar placer sencillamente.
¿Dios o Sin Dios?
Cuando lo reducimos a lo esencial, el factor más grande al contestar esta pregunta es si hay o no algo o alguien fuera de nosotros mismos a quienes le debemos la existencia. Pues si no hay un creador, no hay propósito final.
De hecho, el filósofo Jean-Paul Sartre llegó a decir que puesto que la vida no tiene sentido, quizás lo mejor que podamos hacer es acabar con nuestra vidas. "El suicidio es, según Sartre, una oportunidad de afianzar la comprensión de nuestra esencia como individuos en un mundo sin dios."8
Pero así como la idea de suicidio es insatisfactoria para la mayoría, también lo es la idea de que no hay nada más en esta vida, nada más que esta vida.9 En los Estados Unidos, aunque la mayoría de la población no está activamente involucrada en la religión organizada, más del 80 por ciento cree en Dios.10
Los teístas alegarían que esta creencia es causada por una conexión innata para buscar lo transcendental. C. S. Lewis escribió: "Si descubro dentro de mí un deseo que no puede ser satisfecho con ninguna experiencia de este mundo, la explicación más probable es que fui hecho para otro mundo."11
Y si hay un creador—suponiendo que él/ella/eso no sea arbitrario—entonces cada uno de nosotros tiene sentido y propósito sencillamente porque los creadores crean por alguna razón. Horneo un pastel para compartir con otros o para divertirme. Construyo una casa para vivir en ella. No tendría sentido crear estas cosas sin un propósito.
Fe, de Cualquier Manera
Al final, puesto que la existencia de Dios y la voluntad divina no pueden ser probadas o refutadas, parece que seguiremos haciendo preguntas sobre sentido, propósito y destino. La creencia o la incredulidad en Dios es una cuestión de fe, de cualquier manera.
Aunque, si las respuestas dependen de la existencia o no de Dios, quizás a todos nos queda una decisión, o como lo llamó Blaise Pascal, una apuesta.12
Según la apuesta de Pascal, Dios existe o no existe; o creo en él o no creo. Los que creen en Dios no pierden nada, inclusive si él no existe; pero los que no creen en Dios corren el riesgo de perderlo todo.
Entonces, como la apuesta lo sugiere, apuesta por Dios; si ganas, ganarás todo. Apuesta en contra de Dios, y si tienes razón, no ganas ni pierdes nada. Pero si pierdes, sería una pérdida demasiado grande.
De otro modo, primero resuelve la pregunta sobre Dios, y entonces el "¿por qué estoy aquí?" se tornará en una pregunta mucho más fácil de tratar. Pero empieza primero con la última pregunta, y es probable que nunca la puedas responder.