Si Dios es bueno, ¿por qué hay tanta maldad en el mundo?
El sol, con todos los planetas girando a su alrededor y dependiendo de él, todavía puede madurar un racimo de uvas como si no tuviera otra cosa en el universo que hacer.Galileo Galilei1
¿Alguna vez te ha hecho pensar la belleza de la creación si existe un creador? Muchos científicos brillantes a través del tiempo han concluido por sí mismos que debe existir una fuente divina para el universo.
Hay un orden en el ciclo de vida de cada criatura, un diseño en la ubicación de nuestro sistema solar, lógica en la estructura de las moléculas y átomos que constituyen nuestro mundo. Se podría decir que todo apunta hacia un gran plan.2
Pero luego llega el desastre, el desorden y dolor. De repente todas nuestras teorías sobre providencia, lógica y orden se van a la basura. Un tsunami destruye un pueblo. Un hecho de violencia mata a una persona inocente. Un niño es agredido. Pierde su trabajo. Le diagnostican cáncer a su mejor amigo.
No podemos evitar preguntarnos: ¿Por qué le pasan cosas malas a la gente buena? ¿Por qué existe el mal en el mundo? Si existe un Dios benévolo, ¿Cómo puede esto formar parte de su plan? Nos preguntamos si Dios está mirando, si le importa, o si de hecho existe ante todo.
El Verdadero Problema
Desgraciadamente, no hay respuestas fáciles a estas preguntas. Pero sacar a Dios de la ecuación no nos ayuda a entender el mal. ¿Cómo podemos explicar porqué ocurrió el tsunami del sur de Asia en el 2004 que mató a 125,000 personas?
"Placas tectónicas" respondió el renombrado ateo Richard Dawkins.3 Es cierto. Un movimiento de las placas tectónicas fue el mecanismo físico del desastre natural, ¿Pero eso no explica por qué ocurrió? ¿Nos queda vivir en un mundo donde el mal no tiene razón y es solo un acto brutal de fuerzas físicas? Así lo cree Dawkins; solo la ciencia puede explicar el mal y solo la ciencia puede prevenirlo, o por lo menos advertirnos para poder protegernos.
Por una parte, Dawkins tiene razón. Sin duda alguna, los científicos nos ayudan a entender las complejidades de nuestro mundo natural. Ellos entienden los fenómenos físicos e innegable avance de la causa de la humanidad. Seamos honestos. Nadie quiere volver al cuidado de salud de la época del Medieval.
Pero la ciencia aún no impide la pobreza ni la guerra; y no nos olvidemos que las salas de gas de Hitler y la bomba atómica son productos de la ciencia.
La tecnología no disminuye el mal; solo nos da opciones más eficientes.4
Cuando vamos a lo esencial, una mera explicación científica del mal parece insatisfactoria.
Tal vez por eso Albert Einstein dijo: "El problema real está en el corazón y en la mente del hombre. No es un problema de física sino de ética. Es más fácil desnaturalizar el plutonio que desnaturalizar el mal del espíritu del hombre".5
Otra Explicación del Mal
¿Cómo explica la religión el mal si existe en "la mente y los corazones" de los humanos? ¿Lo puso Dios ahí? -¿es esto su culpa? La Biblia es un libro antiguo que relata, entre otras cosas, los diversos males que han ocurrido a través de la historia. Aunque estés o no de acuerdo con este mensaje global, la Biblia ofrece una explicación intrigante de cómo el mal se originó.
Génesis, el primer libro de la Biblia, dice que cuando Dios creó a los hombres, él nos dio autoridad sobre la tierra: cultivarla y administrar sus recursos para el beneficio de todos.6 Él también nos dio libre albedrío para que tomáramos nuestras propias decisiones. Como al niño cuyos padres le dicen que no juegue con fósforos, podemos decidir si confiamos en la sabiduría de Dios en cuestiones importantes, o si lo rechazamos y hacemos las cosas a nuestra manera. Igualmente, podríamos decidir "jugar con fuego" y consecuentemente quemarnos.7
Sin embargo, esto nos lleva a otra pregunta. ¿No podría haber creado Dios a los hombres incapaces de tomar decisiones negativas y ahorrarnos todos los problemas? Quizá, pero entonces seríamos como robots, siguiendo órdenes de Dios y haciendo solo lo que él quisiera, y nunca pensaríamos, sentiríamos o decidiríamos por nosotros mismos.
Según el pensamiento cristiano, eso no es lo que Dios quiere, Dios quiere que lo busquemos y que podamos experimentar una verdadera relación con él.8 El nos creó a su imagen, dándonos todo el deseo creativo, el libre albedrío y la responsabilidad moral que él mismo tiene.9
El Egoísmo del Mal
A pesar de esto, los primeros humanos tomaron la decisón de creer en ellos mismos, no en Dios. La historia de Adán y Eva es muy conocida. Ya sea que haya ocurrido o no literalmente (en un jardín con una serpiente y una manzana) no es lo que importa; lo que importa es darse cuenta que todavía esto ocurre en la actualidad. Nada ha cambiado. Si nos dan a escoger entre confiar en nuestros propios instintos o los de Dios, escogemos nuestros instintos con frecuencia.
Todavía somos los niños rebeldes jugando con fósforos. Y con cada acto de egoísmo viene una consecuencia: quemarse.
Seamos o no religiosos, tenemos que admitir que nosotros causamos nuestros propios problemas. Muchas de nuestras heridas son autoinflingidas. Entonces, vamos a hacernos responsables: parte del "mal" que experimentamos es nuestra culpa. Nosotros mismos nos quemamos.
Pero también quemamos a otros. Todos tenemos cicatrices que mostrar de otras personas que nos han mentido, han roto promesas, e incluso han abusado de nosotros para su propio beneficio. Así que, aunque el mal no siempre sea el resultado directo de nuestras acciones, es una consecuencia del egoísmo de la humanidad. Y el efecto acumulativo de nuestras decisiones egoístas son un mundo de pobreza, guerra, desastre ecológico, y también los días malos que pasamos en el trabajo. Es por eso que vivimos vidas rotas con relaciones rotas en sistemas rotos de un mundo roto.
¿Por qué Dios permite que esto siga ocurriendo? Según la definición cristiana de la naturaleza de Dios, él no constituye una fuente de maldad sin sentido. Pero algunas veces nos deja enfrentar los efectos de un mundo que se ha vuelto imperfecto por el egoísmo. Tal vez para llamar nuestra atención de que lo necesitamos, que necesitamos confiar en él en lugar de nosotros mismos; o tal vez Dios sabe que si experimentamos un poco de sufrimiento en nuestras vidas esto nos llevaría a algo mejor.
Es posible que nunca entendamos por completo su forma de obrar o cómo nuestras vidas se desarrollan cada día, pero no nos dejan sin esperanzas. El mal no ha triunfado. En cada historia donde se ha sufrido un daño nace la posibilidad de redención.