Idea Central: Cuando damos la espalda a una relación, corremos el riesgo de perderla completamente.
Mensaje para hoy:
Un adolescente en medio de la rebelión acecha fuera de casa de sus padres, gritando: "¡Quisiera que no fueran mis padres! ¡Los odio! ¡No quiero volver a verlos jamás!" La relación es agravada. Sus padres se quedan con dos opciones: 1) tratar de forzar a su hijo para que regrese, entre en razón y obedezca, o 2) buscarlo con amor y estar disponible; dar tiempo a que las circunstancias sigan su curso y esperar que su hijo vuelva.
El hijo también tiene dos opciones. Se puede calmar, reconocer su rebelión, y volver a su casa para seguir creciendo en su relación con sus padres. O puede seguir su camino, endureciendo su corazón, hasta que la muerte les arrebate a uno u otro de ellos—al igual que a la esperanza de restaurar la relación. Por sus acciones, es como si nunca hubiera sido hijo de ellos.
El mismo Dios de la Biblia se revela a sí mismo como un padre que hace todo lo que puede para que sus hijos rebeldes que se apartan regresen, menos forzarlos hacia una relación con él. Él proporciona la manera de restaurar esa relación, y él nos busca. Pero si seguimos rechazando sus avances hasta el final de nuestras vidas, habremos roto la relación por completo. Y cuando muramos, llevaremos esa separación a la eternidad.
Considera esto:
- Cuando tienes luchas en las relaciones humanas, ¿cuál es el mejor procedimiento a tomar?
- Solo porque una relación se restableció no significa que no tienes preguntas, dudas, e incluso conflictos. ¿Cómo la seguridad de una relación te permite luchar contra esas mismas cosas?
Toma acción:
Haz un balance de dónde te encuentras en tu relación con Dios y con los demás. Avanza hacia una relación, incluso si eso significa luchar y padecer dolores de crecimiento (recuerda, ¡hay esperanza de crecimiento con este tipo de dolor!). Estas luchas son ligeras en comparación con el dolor de la pérdida definitiva.