¿Una fuerza impersonal vaga o un Dios íntimo y cariñoso? Tú decide.
Muchas religiones enseñan la creencia en una fuerza cósmica que otorga vida y propósito a todo en el mundo. Por ejemplo, el hinduismo enseña la idea del karma, la ley de causa y efecto por la cual cada individuo crea su propio destino mediante sus pensamientos, palabras y obras.
Sin embargo, la mayoría de los cristianos sostiene que esta "fuerza" no es una fuerza vaga e impersonal en absoluto, sino más bien un Dios que se preocupa profundamente por nuestras vidas. El cristianismo histórico cree específica y singularmente que este Dios es un ser hecho de tres personas distintas: la Trinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Cada miembro de la Trinidad comparte la misma sustancia y tiene un rol único en el mundo.
La relación de amor y comunidad que se comparte entre los tres redunda en una relación que el Dios trino desea tener con cada persona. En consecuencia, el Espíritu Santo es un aspecto esencial de quién es Dios.1
El Espíritu Santo en la Biblia
Los cristianos creen que el Espíritu Santo es parte de la Trinidad porque la Biblia parece apoyar ese concepto.
El Antiguo Testamento hace varias referencias al Espíritu de Dios. El Espíritu estaba presente en la creación y dio poder y fortaleza a personas como Moisés, Sansón y David.2 Y los Salmos hablan de la presencia infinita del Espíritu Santo de la cual ninguna persona puede ocultarse o escapar.3
Los autores del Nuevo Testamento también han reflexionado sobre el Espíritu Santo. Escribieron acerca de la función del Espíritu Santo en condenar a la gente cuando actúa mal, guiar a la gente para que haga lo correcto y en general enseñar e iluminar la verdad acerca de Dios a todos los que lo buscan.4 Lucas, un médico y uno de los escritores del Evangelio, indicó que la relación de uno con Dios es la misma que uno tiene con el Espíritu Santo.5
No obstante, comprender exactamente quién es el Espíritu Santo puede ser difícil. No es demasiado complicado imaginar a Dios como un creador o una figura semejante a la de un padre. Y Jesús es una persona tangible sobre la que podemos leer y a la que podemos estudiar. Pero la tercera persona de la Trinidad, el Espíritu Santo, es más misteriosa y evasiva.
Unas cuantas imágenes podrían ayudarnos a comprender.
Descripción del Espíritu Santo
En la Versión de la Biblia del Rey Jacobo de 1611 o KJV—una de las primeras traducciones al inglés—, el Espíritu Santo es mencionado como “Holy Ghost” (ánima sagrada).
Habitualmente las ánimas se consideran criaturas terroríficas. Se dice que asustan en hogares, cementerios y que acosan a personas. Otras veces son representadas como amables y graciosas, como Gasparín o los niños de tres años cubiertos con una sábana que golpean a nuestra puerta en Halloween.
Sin embargo, de acuerdo con la mayoría de los cristianos, el Espíritu Santo no es ni terrorífico ni gracioso. ¿Entonces qué es—o quién es—el Espíritu Santo?
Una imagen que se usa en la Biblia proviene de la naturaleza. La palabra a menudo traducida como “espíritu” desde el hebreo y el griego, los idiomas originales de la Biblia, también significa “aliento” o “viento”.6 En este sentido, el Espíritu Santo es como el viento: se puede sentir su efecto cuando sopla pero no se le puede atrapar.
Jesús lo describió de esta manera: “El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu.”7
Otra imagen del Espíritu Santo es de ayudador. Cuando Jesús estaba enseñando a sus discípulos un día, dijo: “Os he dicho estas cosas estando entre vosotros. Pero el Ayudador, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho.”8
Un ayudador es una persona que está al lado de uno, trabaja para uno y apoya la causa de uno. Es un consejero que apoya, defiende, enseña y ayuda a la persona cuando está en problemas. Piense en un abogado de tribunales que defiende su caso en la corte. Este es el Espíritu Santo para quienes solicitan su ayuda en sus vidas.9
La Presencia del Espíritu Santo
Entonces a veces el Espíritu Santo es como el viento, misterioso pero poderoso; a veces es como un ayudante personal, un socio o un abogado a favor nuestro. No obstante, los cristianos también creen que el Espíritu Santo puede habitar dentro de nosotros, llenando nuestros corazones y mentes con libertad, alegría, propósito y gracia.
De esta manera, el Espíritu Santo es la presencia de Jesús en nuestras vidas.
Cuando las personas comenzaron a seguir a Jesús por primera vez, el amor de él los infundió y transformó sus vidas. Aunque Jesús ya no está físicamente presente en la tierra, el Espíritu Santo hace que su presencia dadora de vida esté disponible para todos los que lo buscan.
El apóstol Pablo lo explicó de esta manera: “Mas si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo haya muerto ya a causa del pecado, el Espíritu es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros.”10
Y así retornamos a la inexplicable función de la Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, trabajando juntos de manera misteriosa para revelar a Dios y su voluntad en nuestras vidas.11
Qué Hace el Espíritu Santo
Tal vez la mejor manera de comprender quién es el Espíritu Santo proviene de la descripción de lo que él hace. Por siglos, la gente de fe ha tratado de transmitir el sentimiento sagrado que experimentan cuando oran y buscan a Dios.
Para algunos, es un momento de poder y éxtasis que provoca emociones que en realidad no se pueden explicar. Otros lo describen como la voz de su conciencia que les advierte del peligro o que los insta a ayudar a alguien en necesidad. Y a veces, es la sensación abrumadora de que—cuando todos nos han defraudado—no estamos solos. Seguimos siendo amados por un Dios que es infinitamente trascendente e inmanentemente cercano.12
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Notas a Pie de Página
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Ver Alister E. McGrath, Christian Theology: An Introduction, 2nd ed., (Oxford: Blackwell, 1997), 292–318.
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Ver La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional © 2011, Génesis 1:2, Números 11:16–17, Jueces 14:6, y 1 Samuel 16:13.
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Ver La Santa Biblia, Salmo 139:7–12.
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Ver La Santa Biblia, Juan 16:8–13.
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Ver La Santa Biblia, Hechos 5:3–4.
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E. Kamlah, J. D. G. Dunn, y C. Brown, “Spirit, Holy Spirit,” New International Dictionary of New Testament Theology, ed. Colin Brown (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1978), vol. 3, 689–709.
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La Santa Biblia, Juan 3:8.
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bid., Juan 14:25–26.
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Cabe señalar que cuando la gente se refiere al Espíritu Santo como “él”, el pronombre masculino puede provocar confusión. Esto no significa que el Espíritu Santo sea varón (tampoco en el caso de Dios, aunque se use a menudo la metáfora de Padre). Más bien, los pronombres “él” y “de él” lo usan los autores del Nuevo Testamento y otros solo para indicar que el Espíritu Santo es personal y relacional, no una fuerza vaga como la gravedad o el karma.
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Ibid., Romanos 8:10–11.
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Si bien gran parte del lenguaje explícito en la Biblia acerca del Espíritu Santo se encuentra en el Nuevo Testamento, Christopher J. H. Wright explora varias otras imágenes y referencias al Espíritu Santo en el Antiguo Testamento. Vea su excelente obra Knowing the Holy Spirit Through the Old Testament (Downers Grove, IL: IVP Academic, 2006).
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Para más acerca de la obra del Espíritu Santo, ver Wayne Grudem, Systematic Theology: An Introduction to Biblical Doctrine (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1994), 634–653.
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Crédito de Foto: Balazs Kovacs / Shutterstock.com.
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