Acción de Gracias: ¿Un día festivo o un modo de vida?
Mi familia, como muchas otras en los EE. UU., tiene una tradición del Día de Acción de Gracias de expresarse alrededor de la mesa y que cada uno revele una cosa por la que está agradecido. Las respuestas incluyen cosas como la familia, salud, los talentos y habilidades y la libertad.1
De niño, siempre odiaba esta parte de las vacaciones. Como era introvertido por naturaleza, yo evadía todo lo que estuviera relacionado con hablar en público—y esto incluía testimonios a la hora de la cena. Pero mis padres siempre insistieron en la importancia de identificar las cosas por las que estábamos agradecidos y compartir estos ejemplos con otros, sin importar lo incómodo que esto nos resultara.
Ahora que estoy casado y tengo mis propios hijos, he pensado más en este día festivo. ¿Por qué era tan importante para mis padres que todos diéramos las gracias? ¿Era este solo otro ejercicio de disciplina y condicionamiento social? ¿O estaba en juego algo más profundo?
Pero antes de que pensemos en la importancia que tiene el estar agradecido, podríamos hacernos esta pregunta: ¿Hay de verdad algo allá afuera para estar agradecidos?
Un vistazo a los titulares de la prensa nos puede hacer dudar. Mirar la factura que la vida nos ha pasado a todos, así como a nuestros amigos y familia, es también desalentador. Es difícil estar agradecido cuando tu hijo se acaba de morir en un choque de motocicleta (algo que le pasó a uno de mis amigos la semana pasada).
Aún así, hay cosas por que estar agradecidos. Nuestras habilidades más simples (respirar, caminar, hablar, oír, ver) son dones que se nos han dado sin tener que esforzarnos.
Muchas de nuestras bendiciones materiales entran en esta categoría. No quiere decir que no tomó esfuerzo y determinación llenar esa solicitud de trabajo, completar la entrevista, presentarse el primer día, y seguir demostrando que mereces tu sueldo.
Pero, en primer lugar, ¿de dónde vinieron esas habilidades? Y, ¿cómo es que ha pasado un año completo sin tomarse un día de permiso por enfermedad? ¿Y qué de las habilidades humanas cruciales que ejercemos cuando manejamos un auto, usamos una computadora, contestamos el teléfono o caminamos a la impresora?
En realidad, las bendiciones nos rodean todos los días.
Quizás el problema para identificar por lo que estamos agradecidos es que mucho de lo que tenemos es algo que esperamos que se nos dé. Sencillamente, todo lo damos por hecho. Puede sonar como cliché, pero pienso que es verdad.
Entonces, cuando sobrevienen épocas malas, o cuando nos desestabilizamos por un momento, sentimos que Dios nos ha abandonado de alguna forma. Pensamos que él nos ha fallado y que no le importa lo que nos pase. Nunca nos detenemos a pensar que las minucias diarias (todas esas tareas que podemos completar sin ningún esfuerzo) son en sí mismas grandes bendiciones. ¿Es posible que estas cosas vengan realmente de un Dios amoroso y misericordioso que nos protege en cada momento de nuestras vidas?
Creo que es eso lo que mis padres querían que yo entendiera cuando me hacían levantarme de la silla y, bajo la mirada escudriñadora de mis hermanos, proponer por lo menos un ejemplo por lo que yo estaba agradecido.
Entonces, ¿por qué es importante estar agradecido?
La gratitud nos ayuda a ver que se nos ha dado mucho. Nos permite mirar fuera de nosotros mismos, desviar nuestro centro de atención de un objetivo macro de diez pulgadas en frente de nuestras narices a un ángulo mayor, el que muestra la bondad que nos rodea.
Desde luego que la bondad no siempre se reconoce con facilidad.
En la escuela secundaria yo era atleta de pista. Me encantaba el deporte, especialmente los trescientos metros con vallas intermedias. Entrenaba todo el tiempo, incluso sacrificaba el verano al pasar días corriendo intervalos en la pista de la escuela secundaria. ¿Mi objetivo? Clasificar para el encuentro regional al terminar entre los dos primeros en el distrito.
En el encuentro distrital durante mi penúltimo año de bachillerato, obtuve el segundo tiempo más rápido yendo a la final. Pero en la última carrera, me pasaron en la última valla y terminé en tercer lugar. Mi sueño de ir a la competencia regional se había evaporado. Me sentí derrotado.
Para mí, los resultados indicaban no solo el fracaso, sino también falta de habilidad de mi parte. Después de la carrera me estaba quejando de esto con uno de mis amigos. Él no era atleta, apenas era capaz de completar incluso las destrezas obligatorias de nuestra clase de educación física. Nunca olvidaré lo que dijo. Se volteó hacia mí en medio de mi autocompasión y me dijo: "Daría lo que fuese por correr tan rápido como lo haces tú."
Fue una lección importante, una que se aplica a todos nosotros en algún momento. A nuestro modo de ver, nuestra vidas están empañadas por una perspectiva que hemos creado, una visión segada que esta lejos de la realidad.
La verdad es que todos tenemos habilidades y talentos que deberíamos apreciar y de los que nos tenemos que alegrar. Podemos pensar que deberíamos tener algo más, pero es posible que se nos haya dado justamente lo que necesitamos. Esa es la creencia judío-cristiana.2 Tal vez es por eso que el poeta hebreo escribió: "Den gracias al Señor, porque él es bueno."3