A menudo, los cristianos hablan de la "buena noticia" — el Evangelio. ¿Cuál es esta buena noticia?
¿Cuál es la mejor noticia que jamás hayas escuchado?
Tal vez fue una enfermedad curada, una relación restaurada, un recién nacido. No importa lo que haya sido, algo ocurrió, ese algo fue transmitido a ti, y ese algo cambió todo.
¿Te sorprendería enterarte que el seno del cristianismo es una buena noticia?
No buenos consejos—buenas noticias. Un buen consejo sería que yo te dijera que te apegaras a tu presupuesto, que ahorraras cada mes o que invirtieras sabiamente. Buena noticia sería que yo te dijera que alguien abrió una cuenta bancaria para ti con 10 millones de dólares—y que todo lo que necesitas hacer es firmar los papeles.
La noticia central en el cristianismo es buena porque es un mensaje de salvación. Específicamente, la buena noticia del cristianismo nos dice de lo que hemos sido salvados, cómo hemos sido salvados y para qué hemos sido salvados.
De qué hemos sido Salvados
¿Dónde dirías que comienzan la mayor parte de los problemas en tu vida? ¿Con otras personas? ¿Con el gobierno? ¿La economía? ¿En algún problema familiar?
La mayoría de nosotros tendemos a pensar que nuestros problemas comienzan fuera de nosotros y que la solución está dentro de nosotros. Pero la Biblia nos enseña que nuestro problema fundamental está dentro de nosotros y que la solución debe provenir del exterior.1
Piensa conmigo un momento. ¿Acaso todos los problemas en tu vida son 100 por ciento culpa de otra persona? ¿Alguna vez has causado problemas para ti o para alguien más al hacer algo que te beneficiara a ti a expensas de otros?
La Biblia enseña que Dios nos creó para que le amemos.2 Pero en cambio, desde el primer hombre y mujer que Dios creó hasta tú y yo, hemos rechazado a Dios. Hemos desairado sus reglas y buscamos establecer las nuestras. Hemos elegido dar más importancia a nosotros mismos que a Dios. Dios creó este mundo para que sea bueno, pero hemos hecho un desastre de él.3
Esto es a lo que la Biblia llama "pecado". El pecado rechaza el derecho de que Dios sea Dios—es quiere decir, estar al mando de nuestras vidas para decirnos qué es correcto y qué es incorrecto, para establecer los límites de nuestros deseos. El pecado da en el centro de lo que significa que Dios sea Dios. El pecado no es meramente una insignificancia con placeres inofensivos; es una traición cósmica.4
Y Dios es un gobernante honrado y justo.5 Dios no es un conserje cósmico sin escrúpulos que simplemente barre el pecado debajo de la alfombra.6 En la comprensión cristiana, Dios es el Señor de todo, y no dejará que el mal se salga con la suya. En cambio, Dios promete un día dar a la humanidad lo que se merece—y lo que realmente nos merecemos no es más que un castigo eterno.7
Si estás pensando que esto no suena como una buena noticia, tienes razón. Los cristianos creen que para entender la buena noticia, la Biblia proclama que necesitamos entender primero las malas noticias. Por ejemplo, un hombre que se está ahogando y piensa que está bien, va a rechazar el salvavidas que es su única esperanza.
Cómo somos Salvados
Por lo tanto, ¿cuál es la esperanza que ofrece el cristianismo? La respuesta es simple: El Evangelio—una palabra bíblica que proviene de un término griego (euangelion) que significa "buenas noticias.”
Aquí es cómo el apóstol Pablo resumió el Evangelio:
Ahora, hermanos, quiero recordarles el evangelio que les prediqué, el mismo que recibieron y en el cual se mantienen firmes. Mediante este evangelio son salvos, si se aferran a la palabra que les prediqué. De otro modo, habrán creído en vano. Porque ante todo les transmití a ustedes lo que yo mismo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras, que fue sepultado, que resucitó al tercer día según las Escrituras, y que se apareció a Cefas, y luego a los doce.8
Entonces, ¿cuál es la buena noticia? La buena noticia es que Cristo murió por nuestros pecados, fue sepultado y resucitó al tercer día.
¿Por qué es bueno esto? Porque, para decirlo más básicamente (aunque aparentemente paradójico), Jesús recibió lo que merecíamos para que nosotros pudiéramos obtener lo que él merecía. Jesús fue maldecido para que nosotros pudiéramos ser bendecidos. Nuestro pecado fue puesto en Jesús para que su justicia se nos otorgara a nosotros. Jesús fue abandonado por Dios para que nosotros pudiéramos ser abrazados por Dios.9
Un viernes hace casi 2 mil años, durante tres horas, Jesús padeció el infierno en una cruz romana fuera de Jerusalén para que todos los que creen en él pudieran heredar el cielo. Al tercer día, ese mismo Jesús resucitó de la tumba, conquistando el pecado y la muerte. Así, Jesús inició la obra de la nueva creación de Dios y entró en su reinado como Señor y Salvador.
Observa cómo Pablo insiste en que esta buena noticia debe ser recibida y cumplida. La salvación en Jesús no es automática; se ofrece a aquellos que creen.
Para el cristiano, creer en Jesús es acogerlo, depender en él, confiar en él. Creer en el Evangelio es admitir que no puedes salvarte a ti mismo y elegir depender totalmente en Jesús para salvarte.
De acuerdo a las Escrituras, el otro lado de la moneda es el arrepentimiento.10 Arrepentirse significa dar la espalda. Arrepentirse del pecado significa abandonar el intento de gobernar todo en tu propia vida—de intentar ser Dios—y volver al mismo Dios. Es renunciar al proyecto inútil de tratar de hacerte rey y en lugar de eso, alegremente hacer reverencia ante Jesús, el verdadero rey de todo.
El Evangelio es buena noticia porque proclama una salvación que Jesús ya ha logrado y que sólo necesitamos acoger. Desde el punto de vista cristiano, todo lo que debes hacer para ser salvo es rechazar el pecado y confiar en Jesús.
Para qué hemos sido Salvados
La Biblia nos enseña que todos aquellos que aceptan a Jesús como su Salvador son declarados justos por Dios; que tienen paz con Dios y acceso íntimo a él. Son adoptados por Dios como hijos e hijas. Se les da una nueva familia—la iglesia—para ayudarles a crecer en la fe y en el amor. Se les promete una herencia eterna: Un cielo nuevo y una tierra nueva que Dios creará cuando Cristo regrese para completar todas las cosas.11
Los creyentes en Jesús son liberados de la pena del pecado. También son liberados del poder del pecado—en parte en la vida presente y perfectamente en la vida venidera. Cuando un creyente acepta a Jesús, el Espíritu Santo vive en ellos y les permite vivir rectamente, aunque aún luchan contra el pecado. Al regreso de Cristo, los creyentes harán cada cosa tan perfecta como la nueva creación que Dios ha prometido como su hogar eterno.12
Ven Tal como Eres
Lo más importante tal vez, es que los cristianos creen que no necesitas poner tu vida en orden o intentar “estar bien con Dios,” antes de venir a Jesús. Más bien, venir a Jesús tal como eres es la única manera de estar bien con Dios; la única forma de realmente poner tu vida en orden.
Seguir a Jesús va a costarte. Te costará rendición, sacrificio, sumisión. Puede costarte tu reputación, o relaciones o placeres terrenales. Pero, para los cristianos, seguir a Jesús vale la pena. Sólo en Jesús hay perdón y liberación del pecado. Sólo en Jesús puedes libremente recibir la vida eterna y plenamente satisfecha, que Dios quiere que vivamos.
Esta noticia es buena para ti sólo si la crees. Pero si crees en ella, todo cambiará.