A través de la humildad, la gratitud y la remembranza, realmente podemos aprender cómo dar gracias.
"A medida que expresamos nuestra gratitud, no debemos olvidar que la mayor apreciación no es pronunciar las palabras, sino vivir por ellas." John F. Kennedy1
En 2014, Kevin Durant, un jugador de baloncesto estadounidense, fue nombrado el jugador más valioso. Cuando recibió su premio, pronunció un discurso memorable. Durant agradeció a sus compañeros y amigos—nada fuera de la norma—pero luego habló directamente con su madre.2
“No creo que sabes lo que hiciste,” le dijo Durant desde el podio. Sus ojos se llenaron de lágrimas. “Todas las probabilidades estaban en nuestra contra: Madre soltera con dos hijos a tus veintiún años. Todo el mundo nos decía que no debíamos estar aquí. Nos mudábamos de apartamento a apartamento por nuestra propia cuenta.”
Durant continuó reconociendo las contribuciones de su madre para su propio éxito. Tomó una oportunidad increíble para darle las gracias de una manera muy pública.
Igual que Durant, quizá quieras dar gracias por las personas, las circunstancias y las cosas en tu vida. Y aunque no puedas tener un podio desde el cual hacerlo, la expresión de tu gratitud puede ser igual de poderosa.
El agradecimiento intencional puede hacer toda la diferencia en nuestra percepción del mundo que nos rodea. Echemos un vistazo a tres elementos que podemos implementar para un estilo de vida de dar gracias.
Actitud Interior: Humildad
Al igual que con muchas otras cosas, debemos empezar por dentro. El primer paso es el desarrollo de una actitud interior de humildad, que se centra en la realización de que no somos más importantes que cualquier otra persona. En consecuencia, innatamente no merecemos más que nadie. De hecho, una persona humilde rechaza en conjunto una mentalidad de “lo merezco.”
La humildad no deja lugar para pensamientos de derecho o privilegio. Adoptar una mentalidad humilde cambia nuestro enfoque de la vida de demandas y expectativas a una aceptación y satisfacción. Con esta transición viene una mayor apreciación de la vida y una inclinación natural hacia el agradecimiento.
Los cristianos creen que la Biblia contiene las enseñanzas fundamentales de Dios sobre una variedad de temas—incluyendo la acción de dar gracias. Efesios 5:19 – 20 explica cuándo y por qué dar gracias: “Anímense unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales. Canten y alaben al Señor con el corazón, dando siempre gracias a Dios el Padre por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.”
Las personas que empiezan a dar gracias siempre y por todo comienzan a ver el mundo de una nueva manera. Las circunstancias, las personas y las cosas una vez consideradas como comunes ahora son especiales. Las áreas de la vida que una vez parecieron insuficientes ahora se revelan como llenas de sustancia y significado.
En su discurso, Durant recordó un incidente de la infancia que fue particularmente significativo para él: “Uno de los mejores recuerdos que tengo es cuando nos mudamos a nuestro primer apartamento. No teníamos cama o muebles—y nos sentábamos todos en la sala y simplemente nos abrazábamos. Pensábamos que ya la habíamos hecho.” Aunque algunas personas pudieron haber considerado esta situación como la menos ideal, Durant la vió—y aún la ve—como profundamente especial.
Al igual que Durant, la gente con una actitud de humildad ve la belleza inmerecida en la vida. Este tipo de mentalidad le ayuda a uno a encontrar el bien incluso en situaciones difíciles. De hecho, en la ausencia de derecho, una dificultad puede ser simplemente aceptada y tratada como una realidad. El novelista francés Alphonse Karr escribió, “Algunas personas se quejan de que las rosas tienen espinas. Yo estoy agradecido de que las espinas tienen rosas.”3
Por ejemplo, tal vez mientras desarrollas esta mentalidad puedes empezar por dejar de quejarte de otros coches en el tráfico y mejor, presta atención al atardecer rosado en la distancia. Una ruptura dolorosa puede darte comprensión sobre las maneras en las que puedes amar más intencionalmente. Un proyecto de trabajo estresante se convierte en un recordatorio de que otros tienen fe en ti para lograr el trabajo. Tu hogar, tu auto y tus comidas—elegantes o simples, nuevas o viejas—son ahora percibidas y respetadas como regalos preciosos.
En cada circunstancia, la gente humilde se pregunta, “¿Por qué puedo estar agradecido?”
Expresión Externa: Gratitud
Esta actitud de humildad naturalmente conduce a un espíritu de gratitud. Personas que toman conciencia de amabilidad y bondad a su alrededor a menudo comienzan a preguntarse, ¿Cómo puedo pagar estos dones inmerecidos?
La Biblia también provee instrucciones sobre la devolución de una bondad inmerecida: “¡Ofrece a Dios tu gratitud, cumple tus promesas al Altísimo!”4 Una ofrenda de agradecimiento es un reconocimiento de reembolso por un sacrificio hecho para ti.
Por ejemplo, los cristianos creen que Jesús voluntariamente sacrificó su vida para que [la gente] pudiera tener una relación personal con Dios. En respuesta a su extraordinario regalo, los cristianos muestran su agradecimiento a Jesús de manera directa e indirecta. Sacrifican su tiempo para conocerlo y adorarlo en la iglesia y en los estudios bíblicos. Sacrifican dinero para extender su mensaje de esperanza a los demás. Incluso sacrifican algunos comportamientos para vivir rectamente según el mandamiento de Jesús.
Igualmente, hay muchas maneras de reconocer y pagar sacrificios que otras personas han hecho por ti. Un testimonio positivo, por ejemplo, es una poderosa manera de reconocer el excelente servicio de una persona u organización. Comentar con amigos acerca de un negocio local o publicar una recomendación en línea ayuda a establecer su buena reputación.
Otra manera de mostrar agradecimiento es honrar el legado de una persona a través de una conmemoración o memorial. Una nueva madre puede poner a su hijo el nombre de una abuela que haya impactado su vida profundamente. Mostrar honor también puede tomar la forma de una creencia intencional en alguien. Por ejemplo, un jefe que está impresionado con un empleado le confiará una posición de mayor autoridad.
Sin embargo, otra forma de gratitud es la consideración de otra persona a través de la oración. Un ciudadano que está agradecido por su país puede orar por la integridad y la dirección de sus líderes. Nuestro agradecimiento a nuestros amigos y familiares nos obliga a orar por su bienestar y felicidad.
Tal vez la más importante de todas, la gracia es una forma de agradecimiento que ofrece amor y perdón a los demás. Un cristiano que cree que Jesús le ama a pesar de sus pecados está dispuesto a amar a los demás a pesar de los suyos. Puede saludar a un compañero de trabajo que es irritable, a un extraño hosco o incluso a un ex cónyuge, con una cálida sonrisa “inmerecida.”
Permanencia Significante: Remembranza
El elemento final de la acción de dar gracias es el recuerdo. Recordar lo que se ha hecho por ti es crucial en una vida de gratitud.
Los detalles de la vida cotidiana, pueden fácilmente desordenar nuestras mentes y corazones. Un acto de bondad puede ser rápidamente olvidado en medio de los pequeños desacuerdos, los factores estresantes diarios y los deseos egoístas. Con el tiempo, una relación, un trabajo o una comunidad pueden enfriarse con sentimientos de menosprecio e insatisfacción.
La gratitud se mantiene a través de una remembranza significante. La gente agradecida consistentemente elige recordar, pensar y atesorar buenos recuerdos, aunque no se dé naturalmente. Ellos siguen algunos muy buenos consejos del Apóstol Pablo: “Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio.”5
Centrarse en el recuerdo de bondades pasadas establece un legado que puede perdurar años de altibajos. Los cónyuges puedan preservar su intimidad mutua; los amigos puedan preservar su aprecio por el otro. Y años más tarde, un niño puede convertirse en un hombre que ha conservado lo que su madre hizo bien.
Una Vida de Acción de Gracias
“Cuando algo bueno te sucede,” dijo Kevin Durant, “No sé ustedes pero yo tiendo a mirar hacia atrás para ver lo que me trajo aquí.” A su madre, recordó, “Me despertabas en medio de la noche en el verano, haciéndome correr una colina, obligándome a hacer flexiones, gritándome desde la orilla en mis juegos a los ocho o nueve años de edad.”
“Nos hiciste creer,” continuó. “Nos alejaste de las calles—cubriste con ropa en nuestras espaldas, pusiste comida en la mesa. Cuando tú no habías comido, te asegurabas que nosotros comiéramos. Te ibas a dormir con hambre. Te sacrificaste por nosotros.”
Y entonces él—este hombre en la cima de su carrera—miró en silencio a su mamá y concluyó, “Tú eres el verdadero MVP (Jugador Más Valioso traducido al español).”
La humildad, la gratitud y la remembranza—a través de estos tres, es que realmente aprendemos a vivir una vida de acción de gracias.